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West Side Niña

La insoslayable y demoníaca payasita presenta su nueva startup dedicada al mundo del life coaching. Incluye su revolucionario programa “Mejora tu productividad en diez pasos”. La cosa consiste en buscar un gurú tecnológico, sobornarle para que se coloque a diez pasos de la coctelería de confianza más cercana, y cada vez que se sienta la tentación de la procrastinación, con rima incluida, recorrer los diez pasos anteriormente mencionados y propinarle diez patadas en sus partes blandas, de las que al menos siete han de ser mortales de necesidad. Cientos de miles de solicitudes llegan a cada momento, y la pobre nena casi no tiene tiempo de tomarse sus martinis con calma. Oh, cielos, qué horror.

La niña de papel

Soy el ser humano soy todo lo humano soy la tierra el viento el fuego, ancestral es mi canto telúrico mi tacto. escribo estas bobadas a modo de resumen, alguien sabio dijo que sobran las palabras o dijo que faltan las palabras o sin más se quedó callado viendo cómo el día se hacía noche, y fue suficiente, en esto también creo. Creo también que he pasado en silencio gran parte de mi vida y creo que escribo para comprobar si tuve razón al hacerlo o si decir silencio era  decir miedo y que pierdo el tiempo pues sé la respuesta, el hombre silencioso confiesa que era el hombre asustado quien sellaba sus labios con forma de amable sonrisa. El hombre asustado nunca mira al frente. El hombre asustado solo desea morir. La pregunta es silencio igual a muerte La respuesta pronto en varios rostros elegidos al azar, gente que no recuerdo, que me ignora, que no atiende a nuestras súplicas, que provoca la lluvia, que conjura la sequía, lista de damnificados larga como el silencio. El asesino en serie

Las niñas no mueren en Liverpool

 La filibustérica y flamenquísima nena ha causado un gran revuelo con su último comunicado, emitido en streaming mundial desde los l avabos de caballeros de la estación de autobuses de Boston de arriba. En él, la niña afirma taxativamente que está harta de la vida. Pero no de la suya, claro, sino de la de los demás, así que ha decidido aplicarse sin tardanza a la extinción de la raza humana así, en general.  Como es lógico, el revuelo no lo ha causado el contenido del comunicado, porque tontunas así las lleva diciendo la niña desde antes del pleistoceno, sino el hecho de que el martini que se estaba bebiendo mientras lo leía era de vodka y no de ginebra, y para colmo, no tenía aceitunas. El universo sale que la chiquitina no da puntada sin hilo, y los debates que ha provocado este inesperado giro de los acontecimientos payasiles ocupan el prime time de las televisiones más obscenamente manipuladoras. De nada han servido las declaraciones del portavoz de la niña, el patito Juan, asegura

Algunas niñas buenas

 La niña ha decidido someter toda su trayectoria vital a un profundo análisis desde una perspectiva de género. Para ello, ha creado un parque temático en el que el índice de supervivencia es prácticamente nulo, y que, como es lógico, ha tenido un éxito brutal. Cientos de miles de personas lo abarrotan a diario, arrastradas por una pulsión de muerte como no se recordaba en el estado de Milwaukee desde la tristemente célebre estampida de los búfalos de agua dulce. El parque está presidido por una gigantesca estatua de la niña en posición yacente-sedente a la que los fieles suben en ordenadas filas y desde la que se arrojan al vacío entonando heroicos cantos que hablan de la resurrección y del mundo furtivo. Los supervivientes son rematados con afilados fragmentos de copas de martini que alguna vez rozaron los labios de la chiquilla. Los afortunados aúllan en éxtasis al abrazar la definitiva y conpleta oscuridad.

La niña bien temperada

 La chimpirifrástica payasita tiene múltiples personalidades desde antes de nacer de la espuma del sumidero de la que surgió un día de primavera. Como además tiene una documentación falsa para cada una de ellas, puede demostrar a voluntad tener desde uno hasta ciento treinta y dos años, de manera que se ha vacunado con todos los grupos de edad, además de hacerlo con los grupos de especial riesgo, en parte por el indiscutible riesgo que supone para la supervivencia de la especie, y en parte porque ha tenido tratos carnales con todos los miembros y miembras de todos los comités vagamente relacionados con el tema. Total, que en los últimos análisis de sangre que le hicieron, en los que obligaron a tomar parte a varios condenados a muerte como forma de ejecución sumaria y que acabaron, cómo no, en una fiesta elegante con los reos convirtiéndose en expertos mezcladores de martinis, lo que les rehabilitó para la sociedad, pasando del corredor de la muerte a las barras más selectas en menos q

Being la niña

 La saladísima chiquilla se apuntó a un curso online sobre redes sociales en el contexto de las nuevas normatividades afectivas, una cosa llevó a la otra y acabó de madame en un sórdido lupanar de una lúgubre isla perdida del mar de la China. De madame y de única pupila, claro, con lo que la carta de servicios contra natura que se ofrecía a los clientes ocupaba tres tomos de chorropotocientas páginas cada uno. Internet se colapsó varias veces por el tráfico generado, y hubo centenares de naufragios en la zona, en general de barcas que huían despavoridas del tsunami de perversión encarnado en la mágica niña, la profetisa de las últimas primaveras, la rival del viento del este, y algunas cosas más.

La niña del teniente francés

 Los 134 miembros de las concéntricas y ampliadas familias de la benemérita niña han ingresado en una secta. Pero los muy mentecatos, en vez de ingresar todos en la misma, se han descargado un pdf con una lista de las 134 sectas más desagradables y se han repartido por todas ellas. La pobre payasita se ha visto obligada a beberse precisamente 134 martinis, y una vez recobrada la serenidad, ha dicho que para rato la esperen a ella, que no tiene el cuerpo para rescatar a nadie, y lo único que exige es que los suicidios colectivos sean a una hora decente para no tener que madrugar. Es lo mínimo. Por lo demás, la nena sigue manteniendo un perfil bajo tras las acusaciones de que fue ella la que sintetizó el virus del covid un día que se había quedado sin aceitunas para los martinis y arruinó la cosecha olivarera de la provincia de Jaén del berrinche. Total, que acabó haciéndoselos con cebollitas, pero no eran de cultivo ecológico y autogestionario, así que se puso malísima. Sus purulentas e